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Crisis silenciosa

En Argentina, la salud mental atraviesa un deterioro sostenido y profundo.
Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA (2024), casi 3 de cada 10 adultos (28,1 %) presentan síntomas de ansiedad o depresión, una cifra que creció más de un 50 % en la última década.

Entre los jóvenes, la situación es todavía más alarmante:

  • 65 % de los jóvenes entre 15 y 25 años manifiestan haber sufrido depresión, ansiedad o angustia en el último año (Moiguer, 2024).

  • 41 % de los argentinos de entre 18 y 34 años se declara “angustiado o en lucha” con su bienestar emocional (Global Mind Project, 2024).

  • Las consultas por ansiedad y depresión juvenil aumentaron un 30 % en el último año (Hospital de Clínicas, UBA).

 

Riesgos asociados

  • Aislamiento social: el aumento del tiempo frente a pantallas y la falta de vínculos reales generan sensación de desconexión y vacío emocional.

  • Trastornos del sueño y fatiga crónica: derivados de hiperestimulación y horarios desregulados.

  • Distorsión de la autoimagen: las redes sociales fomentan comparaciones constantes, lo que agrava los síntomas de ansiedad, baja autoestima y depresión.

  • Déficit de atención y concentración: sobrecarga informativa y estímulos permanentes dificultan la calma mental.

  • Incremento de pensamientos autodestructivos: la exposición a contenido negativo o idealizado puede intensificar sentimientos de inadecuación o desesperanza.

 

El rol de las redes sociales

Las redes, diseñadas para conectar, están potenciando la desconexión emocional.
La evidencia muestra que:

  • Los jóvenes que pasan más de 3 horas diarias en redes sociales tienen el doble de riesgo de presentar síntomas depresivos (estudio de la JAMA Network adaptado a contexto latinoamericano).

  • La exposición constante a vidas idealizadas y filtros de felicidad digital genera sensación de insuficiencia y comparación permanente, reduciendo la satisfacción vital.

  • El uso compulsivo de redes se relaciona con mayores niveles de ansiedad social, irritabilidad y dificultad para sostener conversaciones reales.

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